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:: Angustia por los chicos que quedaron huérfanos

Por Amy Waldman. The New York TimesNadie confeccionó todavía una lista de los chicos que perdieron a sus padres en el World Trade Center, en el Pentágono o en los cuatro aviones que los terroristas secuestraron y estrellaron el martes 11 de septiembre. Pero, probablemente, los huérfanos sean miles.Ahora que las familias finalmente dejan de considerar que la esperanza es un arma útil y aceptan que los desaparecidos nunca volverán, las comunidades enfrentan un enorme desafío: cómo consolar y criar a todos los chicos que perdieron un padre -en algunos casos, el único- en un acontecimiento de dimensión épica."Nunca nos enfrentamos a algo de esta magnitud", dijo Ruth Kreitzman, una trabajadora social especialista en tratamiento psicológico de chicos huérfanos. "Incluso a la gente que está acostumbrada a tratar con chicos huérfanos le cuesta entender cómo asimilarán los chicos toda esta tragedia".Muchas familias ya se ven obligadas a decidir quién se va a ocupar de los chicos de ahora en más y, en algunos casos, de entregar a los chicos en custodia. Al mismo tiempo, los parientes se enfrentan al conflicto de decidir cómo y cuándo explicarle a los chicos que sus padres ya no están desaparecidos, sino muertos. Y, como si fuera poco, explicarle a los jóvenes el significado de la muerte.El reverendo Jim Cunnihngham, un cura de la Iglesia católica romana, fue testigo de cuando Tara Stackpole les dijo a sus cinco hijos que habían encontrado el cuerpo de su padre, Timothy Stackpole, del Departamento de Bomberos. "Lo ven como una bendición", dijo el padre Cunningham, "porque hay mucha gente que ni siquiera tiene eso".La tarea es aún más difícil por las tendencias sociales de posguerra -un alto índice de padres separados y de madres solteras- que ya habían fragmentado muchas familias. Y por la demografía de las víctimas. Miles de ellas tenían entre 20 y 40 años y recién empezaban a traer una nueva generación al mundo.Se trata de una generación en su infancia, posiblemente miles de chicos menores de 12 años. Muchos son tan jóvenes que ni siquiera recordarán a sus padres y mucho menos cómo murieron.Desde el Departamento de Bomberos hasta las mesas de cambio, muchas de las víctimas pertenecían a comunidades católicas irlandesas que tradicionalmente tienen muchos hijos, que ahora no tienen padre. Varios de los casi 350 bomberos que murieron tenían cinco o más hijos cada uno. Como si sus maridos se hubieran ido a la guerra, no a trabajar, son muchas las viudas que hoy se ven forzadas a criar a sus hijos solas. Los padres ahora viudos tendrán que aprender a preparar viandas para el colegio o apelar a parientes de sexo femenino para que aconsejen a sus hijas sobre la primera menstruación. Y de la misma manera que los ataques dejaron solos a miles de padres frente a la crianza de sus hijos, también se llevaron a muchas madres solteras, con lo cual algunos chicos hoy son absolutamente huérfanos.Al parecer son muchos más hombres que mujeres los que murieron. Las nuevas viudas recién empiezan a hacerse a la idea de que tendrán que criar a sus hijos solas. Las amas de casa, mientras tanto, tal vez tengan que salir a trabajar o vender la casa familiar cuando se acaben los beneficios, conscientes de que estos cambios tal vez agraven el trauma de sus hijos.También murieron madres solteras. Entre ellas, Rosa Julia González, 32, que usó su última llamada telefónica desde el World Trade Center para pedirle a su hermana que se hiciera cargo de su hija de 12 años. Y Elizabeth Darling, 28, cuyo hijo de 2 años, Michael, ahora irá a vivir con su padre. Y Yamel Merino, 24, había dicho que quería que su hijo de 8 años, Kevin, viviera con su abuela si algo le pasaba a ella. Pero ahora su padre tal vez quiera obtener la custodia.Gene Springer había criado a su hijastra, Samantha Fishman, como si fuera su propia hija; por lo general, la veía fin de semana por medio. Pero su madre, Lucy Fishman, 36, murió en el World Trade Center. De modo que, en una semana, Samantha dejará su casa, su escuela y sus amigos y se mudará a Long Island con su padre y su mujer. Dejará atrás a un medio hermano de 3 años, Jason, que se quedará en Brooklyn con su padre.Conscientes de que la manera en que los chicos asimilan la muerte depende de su edad, muchas escuelas, instituciones religiosas y centros terapéuticos se preparan para recibir una enorme masa de alumnos huérfanos.En la escuela elemental Willard, en Ridgwood, Nueva Jersey, seis chicos de tres familias perdieron a sus padres en el ataque. Los maestros hablaron con sus compañeros sobre cómo tratarlos. Les dijeron que expresar pena y ofrecer ayuda estaba bien, pero que hacer preguntas específicas sobre si recuperaron algún cuerpo no era aceptable.Los maestros y los terapeutas saben que los signos de trauma y de duelo tardan meses en manifestarse. Los chicos pueden empezar a tener problemas académicos o involucrarse en peleas. La idea de que sus padres estaban "desaparecidos", de que existía la esperanza de que pudieran encontrarlos, tal vez haga más difíciles las cosas.Traducción de Claudia Martínez. © The New York Times.